Las redes de telecomunicaciones actuales sirven para muchos más casos de uso que hace décadas. Un número cada vez mayor de identidades digitales conectadas, como dispositivos móviles de usuario final, automóviles o entidades de las infraestructuras críticas, utilizan ahora las redes.
Las redes de telecomunicaciones son, por tanto, uno de los principales pilares de la sociedad moderna y, en consecuencia, de nuestra vida cotidiana. Como base de la conectividad constante de millones y miles de millones de entidades digitales, permite la comunicación y el intercambio de datos en diversos ámbitos. Por lo tanto, es crucial para la seguridad de toda la red que todos los participantes dispongan de una identidad única e identificable, cuya autenticidad pueda ser verificada a su vez por todas las demás partes.
Estos dispositivos conectados intervienen en casos de uso que resultan evidentes, como las aplicaciones digitales de usuario final (por ejemplo, mensajería y aplicaciones móviles o streaming de música y vídeo), la movilidad conectada y los entornos industriales de IoT, pero también participan en las infraestructuras críticas, como el suministro de energía y agua, los componentes de las ciudades inteligentes y las propias redes de telecomunicaciones.
Para la seguridad y estabilidad de cualquier caso de uso ejecutado a través de las redes de telecomunicaciones, es primordial proteger todas las identidades digitales conectadas implicadas en estos casos de uso de puntos finales conectados.