Pasar de un enfoque reactivo a otro proactivo: evitar que los incidentes se conviertan en crisis
La gestión de incidentes críticos en una organización no se limita a la ejecución de acciones una vez que se han producido, sino que también debe incluir una fase de análisis de riesgos y preparación: pasar de un enfoque reactivo a uno proactivo.
Para ello es fundamental identificar los activos críticos de la organización, los componentes altamente sensibles y la descripción de los sucesos críticos que podrían perjudicar a la organización. La enumeración de estos elementos sienta las bases para una mitigación eficaz de los riesgos.
Para mejorar aún más la preparación, es esencial una evaluación exhaustiva de las vulnerabilidades potenciales. Este esfuerzo proactivo implica prever posibles incidentes y definir un catálogo de medidas correspondientes. Parte de ser proactivo implica desplegar sensores avanzados o flujos de trabajo racionalizados. Estos mecanismos supervisan indicadores específicos vinculados a sucesos críticos. Mediante la supervisión periódica de estos indicadores, podemos identificar posibles problemas en sus fases iniciales, lo que nos permite tomar medidas a tiempo y evitar interrupciones importantes.
Después de un incidente, el análisis posterior es inestimable. Este examen retrospectivo tiene una doble finalidad: no sólo facilita la identificación de las causas profundas de los incidentes, sino que también ayuda a configurar las estrategias futuras de preparación ante un suceso.
El sistema de gestión de incidentes críticos de Utimaco, CEM, ofrece la función Preparar para cada incidente crítico. Esto le permite definir ciertas actividades que garantizarán la solidez y resistencia de su organización, desde la comprobación periódica de las alarmas contra incendios hasta la revisión de la gestión de copias de seguridad para prepararse ante un incidente informático. Además, el sistema documenta cada suceso y genera un informe, dotándole de un análisis posterior al suceso.
