Definición: La resiliencia operativa se refiere a la ampliación de los programas de gestión de la continuidad de la actividad para hacer frente a las consecuencias de posibles interrupciones en la entrega de productos o servicios a las partes interesadas internas y externas, incluidos empleados, clientes, ciudadanos y socios. Esto implica considerar los riesgos interconectados y determinar los niveles de tolerancia de la organización a dichas interrupciones.
Explicación de la resistencia operativa
La capacidad de una organización para adaptarse, responder y recuperarse de perturbaciones o acontecimientos imprevistos, manteniendo al mismo tiempo la continuidad de sus operaciones, se denomina resiliencia operativa. Implica un enfoque integral de la gestión de riesgos que incluye la identificación de posibles amenazas y puntos débiles, el desarrollo de métodos de mitigación de riesgos y la garantía de que los procesos y servicios empresariales importantes puedan resistir las perturbaciones y recuperarse de ellas.
En los últimos tiempos, el concepto de resistencia operativa se ha vuelto cada vez más crucial debido a la naturaleza intrincada e interconectada de las operaciones empresariales globales. Además, la creciente frecuencia y gravedad de diversos riesgos, como ciberataques, catástrofes naturales, pandemias, problemas en la cadena de suministro y cambios en la normativa, han puesto de relieve la necesidad de que las organizaciones den prioridad y refuercen su resistencia operativa.
Estas iniciativas coordinan la gestión de la evaluación de riesgos, la supervisión de riesgos y la ejecución de controles en los siguientes dominios de riesgo utilizados en el proceso de entrega de negocios y realización de valor: fuerza de trabajo, procesos, instalaciones, tecnología (TI, OT, IoT) y terceros:
- Continuidad de las operaciones
- Seguridad (cibernética y física)
- Seguridad
- Privacidad
- Fiabilidad
El objetivo de la resistencia operativa es identificar proactivamente los problemas potenciales antes de que surjan y crear planes de contingencia para mitigar su impacto o garantizar que la organización pueda recuperarse rápidamente. Hay cuatro etapas asociadas a la resistencia operativa:
- Anticiparse a los posibles problemas: las organizaciones deben identificar de forma proactiva los sucesos que tienen más probabilidades de ocurrir y suponer un peligro para su continuidad operativa.
- Desarrollo de medidas preventivas: Una vez identificados los riesgos, las organizaciones pueden formular planes para afrontarlos y mitigarlos. Pueden ser necesarios distintos niveles de resistencia: los sucesos sencillos pueden gestionarse mediante sistemas redundantes y procesos automatizados, mientras que las situaciones más graves, como la destrucción de un centro de datos, pueden exigir soluciones más complejas.
- Respuesta y recuperación: Cuando se produce un suceso, la organización debe poner en marcha rápidamente sus estrategias preventivas para gestionar la situación con eficacia.
- Adaptación a las circunstancias: Tras hacer frente al suceso, es crucial llevar a cabo una evaluación exhaustiva del éxito del plan implementado y considerar posibles modificaciones para futuras instancias.
La resiliencia operativa es una herramienta fundamental para ayudar a las organizaciones a hacer frente a la adversidad. Todas las organizaciones encuentran obstáculos a lo largo de sus operaciones, que pueden ir desde problemas con el personal hasta catástrofes naturales que interrumpen sus instalaciones e imposibilitan las operaciones empresariales rutinarias.
Identificar las vulnerabilidades y dedicar esfuerzos a construir una base sólida permite a las organizaciones prepararse y recuperarse eficazmente de las interrupciones, reduciendo así su impacto.
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